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Justicia climática ya!
El Cambio Climático es producido por las personas más ricas y sufrido ya por las más pobres.
El cambio climático amenaza a prácticamente todas las economías y ecosistemas del planeta. Pero claramente serán las personas más pobres (del Norte y del Sur) quienes tendrán mayores dificultades para adaptarse.
La deuda climática representa un caso especial de injusticia ambiental, por la que los países industrializados han sobre-explotado el espacio ambiental global, tomándolo de los países no industrializados para acumular riqueza, generando una deuda ecológica.
Más allá, y debido al largo periodo de tiempo que las emisiones permanecen en la atmósfera, el concepto de deuda climática no sólo implica a los países que más han emitido, sino también a las futuras generaciones, pues se verán afectadas por las emisiones de las que no son responsables.
La comunidad científica internacional ha fijado en 2ºC el máximo que la temperatura media de la superficie terrestre podría aumentar si queremos asegurar la adaptación de los sistemas naturales sin sufrir consecuencias catastróficas en el conjunto de la biosfera. Según algunos informes, tendríamos un 50 por ciento de probabilidad de conseguir mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2ºC si consiguiéramos reducir las emisiones de GEI globales un 85 % antes de 2050.
Cualquier acuerdo que limite las emisiones de GEI debe ir más allá de las acciones emprendidas bajo la Convención Marco de Unidas para el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto, que están demostrando ser insuficientes. Concretamente en los países industrializados las emisiones deben reducirse un 40% en 2020 y cerca de un 100% en 2050.
Reducir las emisiones de GEI es posible, pero implica una transformación de las sociedades industrializadas. En esa transformación hay que tener en cuenta las diferentes responsabilidades y capacidades, tanto en una visión Norte-Sur, como dentro de cada comunidad o país.
En la búsqueda de soluciones al cambio climático, los países industrializados deben asumir la responsabilidad de haber provocado la alteración del clima global, y al mismo tiempo prestar la ayuda necesaria y suficiente a los países más empobrecidos atendiendo a las diferentes capacidades.
En concreto, las emisiones en los países del Norte tienen que empezar a reducirse en muy pocos años, cediendo el espacio ambiental a los países empobrecidos, y entrar en una senda de reducción continua de emisiones.
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El Cambio Climático es producido por las personas más ricas y sufrido ya por las más pobres.
El cambio climático amenaza a prácticamente todas las economías y ecosistemas del planeta. Pero claramente serán las personas más pobres (del Norte y del Sur) quienes tendrán mayores dificultades para adaptarse.
La deuda climática representa un caso especial de injusticia ambiental, por la que los países industrializados han sobre-explotado el espacio ambiental global, tomándolo de los países no industrializados para acumular riqueza, generando una deuda ecológica.
Más allá, y debido al largo periodo de tiempo que las emisiones permanecen en la atmósfera, el concepto de deuda climática no sólo implica a los países que más han emitido, sino también a las futuras generaciones, pues se verán afectadas por las emisiones de las que no son responsables.
La comunidad científica internacional ha fijado en 2ºC el máximo que la temperatura media de la superficie terrestre podría aumentar si queremos asegurar la adaptación de los sistemas naturales sin sufrir consecuencias catastróficas en el conjunto de la biosfera. Según algunos informes, tendríamos un 50 por ciento de probabilidad de conseguir mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2ºC si consiguiéramos reducir las emisiones de GEI globales un 85 % antes de 2050.
Cualquier acuerdo que limite las emisiones de GEI debe ir más allá de las acciones emprendidas bajo la Convención Marco de Unidas para el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto, que están demostrando ser insuficientes. Concretamente en los países industrializados las emisiones deben reducirse un 40% en 2020 y cerca de un 100% en 2050.
Reducir las emisiones de GEI es posible, pero implica una transformación de las sociedades industrializadas. En esa transformación hay que tener en cuenta las diferentes responsabilidades y capacidades, tanto en una visión Norte-Sur, como dentro de cada comunidad o país.
En la búsqueda de soluciones al cambio climático, los países industrializados deben asumir la responsabilidad de haber provocado la alteración del clima global, y al mismo tiempo prestar la ayuda necesaria y suficiente a los países más empobrecidos atendiendo a las diferentes capacidades.
En concreto, las emisiones en los países del Norte tienen que empezar a reducirse en muy pocos años, cediendo el espacio ambiental a los países empobrecidos, y entrar en una senda de reducción continua de emisiones.
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